Barbara Cagnie se licenció en fisioterapia (1999) y terapia manual (2001) en la Universidad de Gante y se doctoró en 2005. Actualmente es profesora asociada a tiempo completo en el departamento de Ciencias de la Rehabilitación y Fisioterapia de la Universidad de Gante. Es jefa de Educación en Ciencias de la Rehabilitación y Fisioterapia y jefa de Formación de Postgrado en Terapia Manual, Universidad de Gante. Su campo de especialización en investigación y docencia, así como su trabajo clínico, es la evaluación y rehabilitación de pacientes con dolor de cuello. En particular, su investigación se centra en la identificación de los mecanismos periféricos y centrales subyacentes en el desarrollo y/o mantenimiento del dolor de cuello y la evaluación de las intervenciones clínicas en los diferentes subgrupos de pacientes con dolor de cuello. Ha publicado más de 170 artículos revisados por pares en revistas internacionales, imparte cursos a nivel nacional e internacional y ha escrito tres libros sobre terapia de ejercicio y terapia manual en trastornos de dolor cervical.
RESUMEN PONENCIA
El dolor cervical (DN) se encuentra entre los 5 principales trastornos crónicos en Europa. Tradicionalmente, se ha aceptado de forma generalizada la idea de que la transición del DN agudo al crónico sigue una trayectoria lineal, en la que una lesión da lugar a episodios agudos, fases subagudas y progresa a un cuadro de dolor crónico. Sin embargo, parece que la progresión del dolor es mucho más complicada e individualizada que esta suposición original sin fundamento. Para comprender y tratar mejor el dolor lumbar/nodular, debemos examinar las distintas trayectorias del dolor para que los médicos puedan identificar y predecir mejor las necesidades de los pacientes y personalizar los tratamientos para obtener la máxima eficacia.
La tasa de transición de dolor agudo a dolor crónico es de aproximadamente el 35%. La prevención secundaria requiere una comprensión de los factores de riesgo implicados en la cronificación, instrumentos validados para detectar a los pacientes en riesgo y estrategias clínicas validadas que aborden estos factores de riesgo con intervenciones específicas. Existen pruebas de que la subagrupación de pacientes en función de su riesgo de cronificación y el tratamiento específicamente adaptado (incluida la educación y el ejercicio) son eficaces a corto y medio plazo.
La prevención terciaria pretende reducir el impacto del dolor crónico. El modelo biopsicosocial del dolor condujo al desarrollo de enfoques de tratamiento biopsicosociales (es decir, multidisciplinares). Aunque el tratamiento interdisciplinario se ha reconocido como una respuesta adecuada al sufrimiento integral de los pacientes con PN en todo el mundo, su evidencia es objeto de debate controvertido. Se necesitan marcos conceptuales y diseños de tratamiento basados en mecanismos, así como una evaluación armonizada de los resultados para identificar el mejor tratamiento para grupos específicos de pacientes en función de sus características.